La historia de un umpire que enalteció más a la población de Villa de Cura.
José Pérez Colmenares fue el pionero de una generación de grandes peloteros nacidos en el estado Aragua, pero también fue el colonizador de una población llamada Villa de Cura. Hoy por hoy, son muchos los que han seguido el legado de aquel hombre que formó parte de la mejor delegación criolla que ha existido, “Los Héroes del 41”.
Todos conocen en esa población a “El Terrible”, mote con el que se denominó a esta leyenda del beisbol. Sin embargo, en el caso de Raúl Moreno, oriundo también de esta localidad, su admiración recaía más en otras figuras de este deporte que pasaban más desapercibidas.
A Moreno siempre le gustó el trabajo de los umpires, tanto que empezó a adentrarse en ese mundo arbitrando en su localidad hasta que recibió la invitación para realizar un campamento donde perfeccionaría el conocimiento que ya había adquirido por voluntad propia.
“Un amigo me invitó al Venezuelan Umpire Camp y mis padres me pagaron el primer campamento”, dijo el ahora juez de la Liga Profesional Noroeste, categoría Clase A del sistema de Grandes Ligas.
El aragüeño que acaba de ser ascendido a esta liga donde asumirá sus primeros retos, está consciente de que cada paso que dé, por más firme que sea, conlleva mayor esfuerzo y sobre todo, mayor sacrificio.
Uno de los tantos sacrificios que ha sobrellevado este ser humano es el simple hecho de tener una hija de un año y un mes y sólo haber compartido físicamente con ella casi treinta días. “Estar lejos de tu casa es quizás lo más difícil para un árbitro, yo digo que esta profesión es un 60% tu actitud fuera del terreno y 40% dentro de él”, acotó.
Después de aquella experiencia vivida en su primer campamento, donde Manuel González, hoy árbitro de Grandes Ligas, y Miguel Hernández fueron sus mentores, Raúl le agradece tanto a ellos, como a Henry León y Jairo Martínez por el profesional que formaron.
“Cuando fui a aquel campamento lleno de ilusiones y me topé con estos señores, vi la formalidad del asunto y me enamoré, ese día empecé a ver esto como una profesión y no como un hobbie”, espetó el graduando de la IV promoción del Venezuelan Umpire Camp en febrero del 2012.
Desde la temporada 2014-2015 forma parte del staff de umpires de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (LVBP), es uno de los diez jueces criollos que ocupan un lugar en el sistema de Ligas Menores y su ascenso motiva a pensar en un futuro fructuoso.
“Llegar a Grandes Ligas como umpire es incluso más difícil que como pelotero, los cupos son más limitados, si te guías por los números te darás cuenta que es así… Es una carrera muy compleja dentro y fuera del terreno, aquí un error te puede sacar para siempre de este mundo”, sentenció Moreno.
LA PRUEBA DE FUEGO
Cuando Raúl Moreno estaba iniciando su travesía en Estados Unidos, le tocó vivir el momento más engorroso de su carrera hasta ahora, una prueba de fuego que pudo haber terminado con su corto camino en el mundo del arbitraje.
“Yo era el único venezolano y en una prueba que nos pusieron, donde habíamos más de 100 umpires, el único que erró la sentencia fui yo. Ahí mi supervisor me gritó y humilló delante de todos mis compañeros, tenía dos opciones, dejarme llevar por el impulso y responderle de la misma manera o tomar la opción b, que fue lo que hice, quedarme callado y resignarme”.
Después de aquel episodio, nuevamente su supervisor se acercó y dijo que esa escena había sido un ensayo para medir las cualidades, coraje y temple de aquel muchacho. Lo pudo haber perdido todo y hoy estar fuera de las rayas de cal, pero él decidió seguir aferrado a su sueño.
La mayor satisfacción para este joven es que ya muchos niños y jóvenes de su natal Villa de Cura no solamente quieren seguir los pasos que dejó José Pérez Colmenares, ahora muchos quieren también ir tras las huellas de Raúl Moreno, un precursor del arbitraje aragüeño, pero sobre todo, un pionero del arbitraje de Villa de Cura.